Malditas musas amadas

lunes, 25 de agosto de 2008


Es de noche y sigo buscando como un maníaco en el filo de una mirada hudiza, en la oscuridad que me rodea, donde apenas se me puede ver entre destellos de luz prístina reflejada. Antes de que aprendas mi nombre ya me habrás olvidado. Ya no sabras donde estoy, porque en esta montaña en la que vivo, ni yo me logro orientar. El conejo blanco se asomó tímidamente a mi vida en este tiempo demasiadas veces, y en todas las ocasiones tenia los ojos claros, azules, verdes, miel… Yo soy del sur, necesito una buena morena, una mujer dura que me folle hasta romperme la pelvis, una de esas que no se apartan al final, una que me pega tres polvos y una mamada si le digo que a la noche voy a salir con los amigos para asegurarse que no voy a hacer lo que estoy pensando en hacer. Estoy cansado de lánguidas musas de cabello claro y hermosos ojos fríos y brillantes como piedras preciosas. Necesito oscuridad en los ojos, el pelo y la piel, una mirada negra como el pecado y pelo azabache que invite a ser aferrado justo antes de irme dentro de ella. Una hembra que gima con voz de mujer, susurre obscenidades a mi oído mientras me cerca con sus muslos para dejarme encerrado para siempre en su interior y aulle a la noche al correrse. Me siguen machacando las rubias, sus ojos claros hacen trizas mi esqueleto, lo convierten en gravilla hasta que mis afilados huesos son incapaces de sostener mi piel y se desmorona bajo su propio peso. Entonces pavimentan un camino con mis restos para taconear mientras se marchan paseando sobre mi, meneando sus culos de modelo por toda despedida. Y mientras yo me pregunto que coño ha pasado... Me he dejado censurar dos veces estos dos ultimos dias, me enerva la situacion pero no puedo hacer mas que lo que hago, plegarme a los deseos de mis dos pequeñas musas tímidas de dorados cabellos, cuya imagen sólo guardo yo por mucho que me toque los cojones. Vuelvo a moverme entre sombras, con una diferencia, esta vez veo luz, entre las hojas de los arboles se distingue el sol que me ciega por momentos, y en el techo derruido de una capilla tenebrosa se cuela un rayo que da un poco de esperanza, oigo la musica, y quizá volveré a bailar pronto...

2 comentarios:

Leo dijo...

Me ha gustado la parte en que la hembra te cerca con sus piernas

Israel Mann dijo...

Esa siempre te va a gustar compadre, eso lo se yo. Al fin y al cabo siempre parece que mamamos la misma teta...