La invasion de las mujeres en tetas

domingo, 24 de agosto de 2008


Hoy he encontrado un sostén entre la ropa de la cama. No se cuanto tiempo llevaba ahí ni, sinceramente, a quien pertenecía. Supongo que al estar abandonado a la deriva ahora me pertenece a mi. Lo estuve oliendo un buen rato esta mañana, no me aporto pistas sobre su propietaria pero por lo menos tuve un despertar agradable. Me lo estaba anudando al derredor del cuello cuando me llamó el Negro. Salí al balcon de mi principado en gayumbos y con el sujetador colgando del pescuezo, mientras atendia al telefono. Hice caso omiso de los comentarios de la gente del bar de abajo, ellos no entienden de los complementos de la gente sofisticada... El Negro es mi amigo, una palabra que cada vez puedo usar menos, quiza con tres personas en el mundo, no son demasiados, los justos diria yo. Nadie tenia cojones de llamarlo el Negro cuando le conoci, pero cuando abres una puerta todo el mundo parece querer entrar por ella. La primera vez que le vi ya me cayó bien, 90 kilos de furia venezolana mal contenida encerrados tras una cara demasiado amistosa para su desgracia, y una increible capacidad para que todo el mundo le caiga bien. Me conto muchisimas cosas, como es su costumbre, y me hizo reir como pocos saben hacerlo, el cabron se sabe hacer echar de menos. Cuando nos despedimos, me quede con esa sensacion agridulce que queda cuando no ves a alguien hace tiempo y aun asi lo sientes cercano y accesible. Me tengo que quitar las telarañas de la cabeza.
Vuelvo a mi sostén, me lo llevo a la cara y aspiro profundamente, aroma de mujer y sexo, el dia empieza de puta madre, veremos como acaba. Abajo oigo risitas y unas chicas desde una mesa me hacen señas sonrientes, yo les devuelvo mi mejor sonrisa de tiburon, veremos como acaba...

2 comentarios:

isaac dijo...

Desde la oscuridad, desde los callejones observo cada paso que das, como una fan fatal que mira todos los movimientos de su amado hasta que consigue golpearlo en la cabeza con su miniporra de cuero para llevarlo así a su particular zulo del amor.

No hagas caso de lo que digan... los que viven en las montañas no entienden de modas. Llevar sujetadores en el cuello es muy mod.

Leo dijo...

Gracias por dedicarme unas líneas tú también eres uno de mis pocos amigos debes de ser jodido para alguien de montaña ver en una ventana un hombre con un sujetador en el cuello.

Recuerda el zorro puede que pierda el pelo pero nunca la maña.