Nancy en la montaña

lunes, 1 de septiembre de 2008


Nancy ha llegado a mi montaña, caminando con sus cosas metidas en un petate del ejército, yo no la traje ni la llamé, no la esperaba, sencillamente apareció cuando se le puso en los cojones. Barrió mi casa, sacó la basura y con ella los trozos de mi corazon roto que se hallaban esparcidos por todo el dormitorio (porque el celo no aguantó lo suficiente), junto con la mierda del suelo y los kleenex usados. Con una escoba espantó a todos los conejos blancos que estaban agazapados debajo de la cama y los aplastó uno a uno con sus botas militares. Los agarró y los lanzó por la ventana. Limpió otra vez me agarro por el cuello y me dio dos hostias para espabilarme. Después luciendo su deslumbrante sonrisa me ató a la cama y me hizo un poquito de sangre con sus caricias debajo de las sábanas sabiendo que me tiene completamente cogida la medida. Ahora me veo asaltado en mi guarida, tan limpio y ordenado todo que le tengo que preguntar donde esta cada cosa.
-Nancy, donde has puesto mis recuerdos?- Pregunto con cara de imbécil.
-En su sitio chiqui, en el cajon de los inviernos pasados que no necesitas.
-Nancy, donde metes mis lagrimas?
-Me las he bebido, pensé que ya no las querias.
Su pelo oscuro acaricia mi espalda y mi Tokaebi se enfada conmigo, se siente frustrado porque no lo uso, ya no hay peleas callejeras en las que me deba proteger, no está hecho para las caricias.Los ojos castaños de Nancy me observan sentado al ordenador, escribiendo mientras ella se queda poco a poco dormida tibia e inquieta, y su sueño esta plagado de perros que corren por el bosque, y niños que rien y juegan con ellos. Mi karma es una morena de poco mas de metro y medio, con el pelo largo, la mirada oscura y amplia sonrisa que me trata como a un mastin enorme y abandonado que ha conocido tiempos peores. A mi por el momento me vale...


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