Volver a la calle

lunes, 18 de mayo de 2009


Hace dos días dormí en la parte de atrás de una camioneta, como en los viejos tiempos, como en los tiempos en que todo valía, los tiempos del todo a una carta. Es un lujo relativo el poder dormir bajo el techo que sea cuando tantas veces he dormido a la intemperie en mi vida reciente. Un náufrago no puede elegir el puerto al que llega, y un vagabundo (mi caso) rara vez puede elegir debajo de que puente duerme. Metido en mi viejo saco que huele a tiempos mejores, acurrucado a solas con mi cabeza y aferrado a una mochila en la que llevo todas mis pertenencias otra vez. Echaba de menos esta sensación. Como siempre en estas circunstancias, tuve un sueño inquieto, desperté muchas veces, comprobé que no me habían robado nada y que nadie más grande y peludo que yo me abrazaba por detrás. Cada vez que despertaba comprobaba donde se encontraba la luna, que era grande e iluminaba mucho, el reloj mas grande y exclusivo que podré tener jamás. Antes era feliz simplemente sabiendo que iba a dormir por ahí, que tenía un buen saco para pasar la noche, que posiblemente no iba a llover y que quizá podría comer algo caliente a la mañana siguiente. Hoy me doy cuenta que esos eran los buenos tiempos, que hoy, he perdido muchas cosas que ya jamás recuperaré y que va a ser difícil superar el listón que mi memoria ha puesto tan alto. Ojalá hubiera estado más atento a los buenos tiempos para no perdérmelos, para estar menos borracho, para no meterme en tantas peleas y querer más a los que me querían. Preguntadme si cambiaría algo de todo lo que ha cambiado, si daría marcha atrás en todas esas elecciones equivocadas, si he perdido más de lo que he ganado. Es difícil pensar en esos terminos, sobre todo porque me encanta como estoy ahora y en lo que estos años me han convertido. La separación de la que fué mi vida, me ha servido para diferenciarme, para tomar unos metros de ventaja respecto a esta vida que corría más rápido que yo, para recordar quién soy y donde quiero estar. Lo jodido es que lo estoy consiguiendo y ahora siento algo de vertigo.
Tuve un sueño inquieto, amargo, plagado de desasosiego y triste, infinitamente triste. Conducía mi coche por una carretera llena de curvas, bajo la lluvia. Dentro, toda mi familia. Mi Madre, mi Hermana y mi Padre. Ellas gritaban por la manera en que cogía las curvas, preocupadas por que me hiciera daño, asustadas. Yo por mi parte, conducía como un loco para lograr que mi padre me dijera algo, pero el permanecía impasible y ajeno a todo. No hay que ser un genio para saber que es lo que esto quiere decir de mi mismo y de mi momento actual. Mi Madre y mi Hermana siguen gritándome todo el rato, son las únicas a las que se lo permito, las únicas que se preocupan por el pirado, y sabe Dios que les doy motivos de sobra. Cada vez que hablo con mi madre me veo impelido a pedirle perdón por la infancia y adolescencia tan jodida que tuve, por ser como siempre he sido, demasiado difícil. Lo que me perturba es que ella no le da importancia, y hasta me da la sensación de que se lo pasó bien, de que esta satisfecha con el resultado y que le ha valido la pena. Es cierto, si yo soy un pirado, un cabrón y un maldito disfuncional, teníais que haberla conocido a ella, ella me enseñó lo que realmente importa, y sobre todo qué cosas son correctas. Claro, ella me lo enseñó, es asunto mío el que siempre haga lo contrario no?