canciones en francia

domingo, 30 de noviembre de 2008


Hoy me he levantado tarde, he cogido un autobús y no lo he dejado hasta salir del país. Tenía todo el tiempo del mundo y ningunas ganas de quedarme en casa. A mi lado iba sentado un chaval negro que apenas hablaba mi idioma. Tiene gracia, su conversación resultaba mucho más interesante que la de la mayoría de las personas que lo hablan correctamente. Es lo que tiene tener que pensar cada cosa que dices, que dices menos estupideces. Me contó cosas de los trabajos que hacía aqui, del lugar del que provenía, de su notable carencia de papeles. Al final desayunamos juntos un café atroz y un par de bocadillos con sabor a plástico que pagué yo en Toulouse. Allí se separaron nuestros caminos, el se iba a vivir en un piso patera y a buscar trabajo de albañil, mientras yo buscaba un agujero para tirarme a dibujar. Lo encuentro en un parque debajo de unas tiendas que estaban montadas, supongo que para alguna clase de exposición. Los guardas me dejan tranquilo, porque aqui hay poco que guardar y tengo aspecto de vagabundo, lo que me conviene enormemente. Al rato de estar dibujando y sacando todas esas cosas que me vienen a la cabeza, pasan dos chicas, colegialas francesas rubias y medio locas. Entre risitas me señalan y cuchichean algo. No puedo evitar que se me dibuje mi media sonrisa de cabron que me apresuro a borrar, no es buena idea hoy. Aún tengo recientes heridas que sangran si las descuido. Salgo huyendo y me vuelve a la memoria esa cancion que le escribí en mi cabeza y que sólo canté una vez en mi coche de vuelta
"Le digo que no venga, que no quiero verla. Al alba no se viste para huir de mi cama al frio solitario de la mañana sin su olor. Y me pide que siga, que el dolor aun no es suficiente para mi, antes de darme cuenta, ya me he quedado solo de nuevo, justo cuando empezaba a disfrutar. La última imagen que de ella retengo es su culo bailando al son de los adoquines de la estacion donde nos despedimos, porque yo como todos, tambien le miraba el culo..."
En mi cabeza todo sigue más o menos igual, huesos que apenas sostienen mis ideas depravadas, un cementerio de grises piedras al fondo, plumas negras que caen al barro y el viento entre pinos de corteza quemada. Si esto no es la felicidad, no se que puede serlo...

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