Cuando deje de cantar, enterradme

lunes, 24 de noviembre de 2008


Pensábais que ya no tenia nada más que escribir por hoy verdad? Yo también pensé que estaba agotado emocionalmente, que mi cabeza estaba ya gastada, marchita y que estaria un par de dias alejado de mis palabras malditas y mis lapices llenos de dibujos nonatos. Eso pensaba yo cuando me sorprendí a mi mismo conduciendo por las sinuosas carreteras de mi montaña, en una alocada y veloz huida. No tenia muy claro de que, pero el caso es que huía. Atrás quedaban curvas que gritaban mi nombre con la aguda y chirriante voz de sirenas carnívoras ansiosas por pillar un trozo de la carne que llevo colgada de los huesos. Huyo de las situaciones incómodas que me toca vivir a veces, de mi cama vacia siempre, y esta vez, huyo de la noche que me persigue implacable y se cierne sobre mi. Se que es una carrera perdida de antemano, pero ya no se trata de escapar, se trata de resistir, de no darlo todo por perdido y acurrucarme como seria razonable. Hago todo lo que puedo, hasta que me veo sumido por la oscuridad. Con ella llega la niebla, escucho gritos a mi alrededor, pero eso es imposible, voy a mas de 140 y no hay nada en la jodida montaña mas rápido y peligroso que yo ahora mismo. Luego pienso que los gritos son dentro del coche, me doy cuenta de que soy yo el que grita como un maldito loco encerrado sin su medicación. Cierro la boca, pero aun siguen los gritos, esta vez dentro de mi cabeza, la enfermedad esta en mi mismo, en mi sangre, y no se cura con los años, no se mitigan los efectos con la edad, ni tan solo aprendes a vivir con ella, sencillamente cada vez estoy mas enfermo. Veo ante mi, surgir de entre la niebla un terrible cielo en llamas, literalmente devora y consume todo lo que toca, dejando tras de si devastacion y tierra quemada por todo legado. Yo me rio a carcajadas, las lagrimas corren libres por mi rostro y piso a fondo. Ingravidez, vacío, aire a mi alrededor cargado de perfume a coño y chicles de fresa. Lo atravieso por completo, salgo por el otro lado, apenas si puedo mirar por el retrovisor pues su fulgor aun me puede deslumbrar, mi piel está negra y humeante, quemada y ya no tengo casi voz, pero ni de coña pienso dejar de cantar. Me ha costado demasiado aprenderme la puta letra para callarme ahora.
"Anem al llit, a fer lo de l'altra nit..." resuena en mi cabeza, con una dulce voz de mujer con cuerpo de niña que intenta calentar lo poco que aun no se ha congelado de mi alma...

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