Love & Guts

lunes, 17 de noviembre de 2008


Hay una gitana sentada delante de su mesa, le doy una moneda y tiendo mi mano con la palma hacia arriba. La estudia brevemente y muda el gesto. Su cara lo dice todo, me espero lo que sucede a continuación. Con la mirada extraviada, me devuelve dos monedas y me pide que me vaya. Conocí a un tipo que después de leer Corto Maltés se cortó la palma de la mano con una navaja, murió de una sobredosis cuando estaba en el instituto. Ciertas cosas no las puedes cambiar por muchos huevos que le eches. Siempre llueve en mi montaña salgo fuera, y me empapo enseguida. Avanzo a lo largo de una carretera desierta en mitad de la noche y oigo un sonido a través del estruendo de la lluvia. Me quedo pasmado, un caballo enorme surge de la oscuridad y cruza delante de mis narices, terrorífico como solo puede serlo un caballo en la noche. Lo escucho perderse al otro lado de la calle, y hasta mi llega un sonido pesado, húmedo. Me acerco y lo veo tumbado en la carretera, resopla agitadamente e intenta levantarse con los ojos desorbitados y las patas rotas. Ahora graniza y entre los golpes que siento en la espalda le acaricio el hocico húmedo susurrando frases tranquilizadoras. Cuando se relaja un poco, le aplasto la cabeza con una piedra esparciendo trozos ensangrentados por el suelo. Hoy estoy de mala hostia, te ofrezco lo que me gustaria para mi mismo en tu situación imbécil, este es mi regalo tanto si lo quieres como si no.
Estoy sentado a la barra de un bar al lado de un viejo pastor, nos atienden dos angeles mudos, uno de ellos tiene las alas tatuadas a la espalda, el otro las tiene atadas. Aún mis manos ensangrentadas gotean sobre el suelo y las intento esconder. Mi vaso esta manchado y resbaladizo, me da la impresion de que todos me miran. Bebo mis copas y al rato ya no me importa demasiado quien me ve, tampoco se bien si la sangre que mancha mis manos es mia o de otro. Hoy no hay conejos blancos a la vista, asi que debo de estar mejorando. Tambaleante me acerco al rio donde lavo mis manos con el agua helada, me acurruco al frio, entre las piedras y me duermo. Caigo, mi sueño esta plagado de ti, de regresar a casa algun día, de conversaciones circulares, de animales moribundos, de duchas calientes en compañia que dejan el alma helada y como no, de peleas y golpes. Me despierta el pastor, aun quedan horas para que amanezca, aunque en esta montaña nunca es de dia del todo y me dice "vine amb mi", sigo al pastor (que apropiado) y me lleva hasta mi coche. Cuando arranco, vuelvo a tener mil imagenes en la cabeza, ese tipo de imagenes que no te dejan dormir, y que prefieres no tenerte rondando cuando vas armado con pinceles y lápices. Veo por el retrovisor el fantasma de mi caballo, que me sigue y observa continuamente, es tarde para dar explicaciones ya. Sabes? Se lo que soy, siempre lo he tenido claro, no puedo arrepentirme de mi naturaleza, aunque me ha hecho perderlo todo cien veces. No tengo mucho que perder en este momento, soy un vagabundo, un zombie que vive con un corazon que late con tiempo prestado, soy la maldita piedra en medio de la carretera que ves demasiado tarde y que te va a hacer volcar. Continúa mi viaje absurdo, rodeado de fantasmas y cadáveres, ahora toca ser feliz otra vez. Las bajadas y las subidas se suceden sin control, cada vez con mayor frecuencia, ya no le sigo el ritmo a mis propias emociones desbocadas. El control es siempre una ilusion...

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