Parte de guerra desde la ciudad (primero)

viernes, 10 de octubre de 2008


Allá vamos otra vez. Ya harto de la ciudad, rodeado de conejos blancos que me tientan con sus orejillas y rabos algodonosos, con abandono y descaro propios de seres ignorantes de mi propia naturaleza, echando de menos a Nancy, sin noticias de ella, solo, enfadado y buscando pelea con cualquier excusa. Tenia ya un cuaderno lleno de dibujos, de bocetos e historias a medio escribir... Por desgracia tambien tenia una botella de ron que me llamaba con la premura de una amante insatisfecha. Me despiertan los timidos rayos del sol entre las nubes de la mañana, tendré resaca, por lo menos eso espero en cuanto deje de estar borracho. Estoy helado y me han robado la cartera, el poco dinero que tenia y lo que mas me jode, el cuaderno con los dibujos. Reviso mis pertenencias. Aún conservo el móvil, las llaves del piso y ¡¡Sorpresa!! Un montón de hojas en blanco, mis plumas de dibujo y los lápices. Me permito una sonrisa sardónica, no me han quitado nada en absoluto, lo tengo todo, mas de lo que necesito en realidad. Una hoja en blanco y un lápiz siempre es un buen comienzo. Empieza a llover, justo lo que necesito. Me da lo mismo, me quedo ahi sentado en el césped del parque. A cara de perro con la alborada feroz que me arranca lo poco de humanidad que me queda. Disfruto con la sensacion del agua que se escurre por mi cara, no puedo ver nada con claridad, ultimamente he estado un poco mas perdido de lo habitual, pero esos dias se que tocan a su fin. Hay gente a mi alrededor, pero no puedo ver sus caras. Personillas grises imposibles de distinguir unas de otras, a veces un poco de color entre todos ellos. Me pongo a caminar como tantas veces, sin rumbo, como todo el mundo en esta maldita ciudad que odio y amo al mismo tiempo. Mis manos acarician una pared húmeda llena de carteles viejos anunciando manifestaciones, conciertos, venta de motos y alquileres de pisos para estudiantes, muy bien de precio a compartir con estudiantes mediocres que pasan años de carrera fumados como jíbaros. Mis dedos leen la suciedad gris que resbala por la pared, viscosa y fría. Un coche pasa y pegado al cristal de atras va un niño pequeño que me mira con franca curiosidad con enormes ojos negros y sin el menor recato. Yo sonrio y le guiño un ojo. El dia no comienza nada mal. Dejo que mi serpiente me cuente que debemos hacer hoy. Es muy simple, solo tengo que ser feliz, me dice "dibuja un hombre de barro bajo la lluvia, un guerrero derrotado sonriendo, el culo de Nancy y un caballo muerto" Creo que puedo con todo pero el culo de Nancy lo quiero para mi solo asi que no lo hago aun, por lo menos hasta que ella entera sea mia. Palpo el interior de mi chaqueta, tambien conservo el ipod, mi nexo tecnológico en la montaña. Si vais a robarle a un tipo borracho y tirado en el parque, joder, mirad bien en sus bolsillos, porque ya es triste ser un ladron de gente inconsciente, pero encima hacerlo mal... Hago que Tom Waits cante para mi, la banda sonora de mi vida cuando no estoy en los límites de la realidad. Casi me dan ganas de bailar, con un renovado ritmo avanzo por las calles buscando un tugurio donde me pongan un cafe.
Odio esta ciudad, me la ha quitado todo, me dejó en los huesos y cuando no tuvo nada mas que roer los arrojó a la cuneta para que las alimañas se pelearan por el poco tuétano que quedaba.
Amo esta ciudad, me enseñó a vivir solo, me presentó a mis amigos y dibujo y escribo gracias a ella.

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